Memorias de La Pradera. (Parte 7: La Moda)

La adolescencia es una etapa de auto-aceptación y en donde se lidia con los conflictos de la socialización. Puede ser una etapa cruel en la que todos pretendemos, si no resaltar, al menos no desentonar con el grupo en el que nos toca compartir ese periodo de nuestra vida. La Pradera no fue la excepción y allí  cada uno de nosotros hicimos nuestro mejor esfuerzo para evitar el rechazo.

La Moda.

En esos aproximados doce años de mafia praderil (aprovechando el nombre de nuestro chat) fueron varias las tendencias de las indumentarias, los zapatos, los accesorios, etc. Por supuesto que fuimos evolucionando en la medida que avanzamos en la edad.Y claro que influyó la época en que esto ocurrió. Estamos hablando aproximadamente — al menos en mi caso — de 1973 al 1985.

Al principio lo que predominó fue lo que nos permitía jugar cualquier deporte en cualquier momento, es decir, un jean, una franela y zapatos de goma. Las pretensiones — si acaso — era lucir un Wrangler (los Levi’s vinieron después). Claro que no todos tenían esa suerte y debimos conformarnos con unos chimbos Caribú o unos Lee o Lois, en el mejor de los casos.

Sin embargo el chalequeo no se hacía sentir tanto con los pantalones como con los zapatos, o si no pregúntenle al pana La Tella y sus Didaven o sus “pisamojones“. El cruel bullying se encargó de catapultarlos a la eternidad en nuestra memoria.

Recuerdo que fueron muy populares las botas Frazzani. Creo que Nicola, José Luis, el gordo Carlos fueron los más asiduos a ellas y, por su aguante, luego casi todos tuvimos algunas en algún momento. También hubo una época que muchos usamos unos botines trenzados, de piel,  tipo indio que iban muy bien con los jeans.

Para los más pavos existían los machotes con su pronunciada plataforma y sus robustos tacones. Los abanderados eran “El Catire” José Jesús e Italo. Ya ellos trabajaban y era lo que se llevaba en el momento. Luego se unieron a ellos los hermanos Pinto — con Luis Enrique (alias “Daktari”), Reyes y Orlando — quienes en aquella época, sin duda alguna, han podido protagonizar perfectamente  la cuña de los “cheque-cheques”.

Por supuesto hay que mencionar la misógena moda de los suecos que impusieron los Creazzola, los primos Maggioli y el Gregorio, acompañados con overall a rayas y sin camisa… ¿debo decir colección primavera-verano? Irreverentes total. Lo cumbre es que aún con suecos se anotaban en las partidas de pelotica de goma.

Igualmente en uno de sus viajes Julio trajo las franelas cortas (apenas llegaban al ombligo) que muchos nos atrevimos a usar y los lentes de sol de colores que también se vendieron como pan caliente.

Ya un poco más crecidos surgió la inoportuna necesidad de usar traje para alguna fiesta de quince años o matrimonio y ante la imposibilidad económica de adquirir uno, había que buscar alternativas. Yo perdí la cuenta de las veces que le toqué la puerta al gordo Carlos para que su hermano Oswaldo me prestara su flux marrón que me quedaba de perla. Y así muchos resolvían este problema horas antes del sarao, por lo que era todo un revuelo el asunto.

En algún momento los zapatos de goma preferidos por la mayoría eran los Converse All Star. Debo confesar que siempre me han resultado incómodos, pero eran muy “fashion” para entonces. Recuerdo especialmente a Pancho con sus jeans tubitos al extremo (no se cómo le pasaba el pie) y de remate sus impecables Converse. Miguel era otro de los que casi cortaba su circulación con lo ajustado de los jeans y era también fanático de los famosos zapatos.

Alejandro (QEPD) también marcó huella en el estilo de los zapatos deportivos, ya que por su actividad del tenis, de cuando en cuando aparecía con unos modelos que todos queríamos tener. Por ejemplo los Adidas Country fueron una leyenda que muchos perseguimos. Eran mi encargo preferido si algún familiar viajaba al norte.

Pero no cabe duda que en cuanto a moda, Julio (¡el verdugo!) era el que llevaba la vanguardia. Primero trabajaba en la tienda Montecristo del CCCT — seguramente tenía facilidades para adquirir trajes — y después que empezó a “maletear” a Nueva York, disponía de ropa exclusiva que no se veía en Venezuela. Definitivamente el Verdugo era nuestro “fashion influencer”.

Las comilonas.

La Pradera y sus excesos tienen una fiel expresión en las comilonas. La adolescencia y su desenfreno tipo “American pie”, tuvieron varios capítulos memorables en las salidas a comer del grupo de salvajes en que a veces nos convertíamos.

Lo primero que recuerdo son las furtivas escapadas a comer por invitación de David (QEPD). De pronto estabamos sentados en el muro del estacionamiento exhaustos después de jugar la enésima partida y aparecia Boluta, que con una mirada pícara nos decía: “vamos a comer algo”.

Al principio su cómplice favorito era Vicente y juntos aterrizaban casi siempre en el Burger King que existía en el Centro Comercial La Vega, para entonces batir records de más combos dobles y merengadas, entre dos seres humanos. A veces los veíamos llegar con extrema dificultad y era que apenas alcanzaban a respirar con el atracón que se habían metido. Era tanta la dificultad, que a veces tomaban un taxi para regresar.

No me tocó en muchas ocasiones acompañarlos, pero recuerdo vívidamente un día que tuvimos que acostarnos en el muro del estacionamiento hasta recobrar la capacidad de movernos sin devolver lo que habíamos tapuzado en nuestros estómagos. Todo esto patrocinado por el papá de David, quien coleccionaba en un gran frasco de mayonesa, monedas de cinco Bolívares. Un puñado de ellas sustraido furtivamente por Boluta, bastaba para el festín.

Las visitas a la Taxco también eran famosas y aunque la dimensión de las hamburguesas no tiene nada que ver con un Whooper doble, se establecieron varios records que habría que chequear si se mantienen vigentes. Entre los más groseros estaban El Catire y Gregorio. Los pedidos se hacían por docenas.

Otro clásico era la llegada del camión de la Crema Paraiso. Disfrutar de una barquilla de mantecado, valía la pena la carrera hasta la calle. Si acaso había estado de cumpleaños por esos días, seguro contaba con suficiente dinero para comprar uno de sus cotizados perros calientes con esa salsa alemana, que le daba ese toque tan particular. Otras opciones muy apreciadas eran la limonada frappé y la divina leche malteada.

Luego surgieron “Los Saurios” con sus parrillitas bien resueltas que llegaron a convertirse en visita obligada en las noches, cuando ya la arepa en la casa cansaba. Por supuesto que al poco tiempo ya era tanta la confianza que aparecieron los “fiaos” y hasta algunos llegaban a subirse al camión para despachar o servirse.

Otros episodios de comilonas — aunque más decentes — los vivimos en la Tagliatella, ese restaurant de pastas ubicado en la Av. O’Higgins. Allí fue donde se inventó el “free refill”, ya que el dispensador de los refrescos quedaba a nuestra merced mientras el mesonero buscaba la comanda.

Si hablamos de postres hay que recordar la deliciosas tortas que Amelia elaboraba. Por suerte algo de ellas nos tocaba a los que frecuentabamos el hogar de los Creazzola-Castillo. Pero sin duda el zar de los postres fue Eleazar — y me consta que todavía es –, quien no pelaba las tortas del CADA con o sin Nevazucar. En eso se parece a mi querida vieja Emma… lo primero que revisan en la carta de un restaurante son los postres.

(Continuará…)

6 thoughts on “Memorias de La Pradera. (Parte 7: La Moda)

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  1. Me siento con la obligación moral de aportar mi granito de arena a la sección “comilona” de este capítulo; se me vino a la mente la fuente de soda Cada ubicada al lado del homónimo auto mercado localizado en el C.C. La Vega, recuerdo haber ahorrado parte de mi “merienda “ (diaria mesada escolar) durante la semana para ir los sábados y disfrutar de mi “big boy” (hamburguesa doble con queso acompañada de papas fritas) al prohibitivo precio be Bs. 4,50 (algo más de un dólar al cambio) y por un Bolivar más, una porción de la más deliciosa torta de queso que pueda recordar, también se me viene a la mente Zapatacos, en la avenida O’higgins, cerca de la Tagliatella

  2. Luísito, hermano se te olvidó mencionar las hamburguesas de mi taskito en el Euba. Supongo que personajes como el “ Gran Lipa” las usaban como “ pasapalitos” antes de la comida; felicitaciones por tu iniciativa bro
    Saludos

    1. Pedrito, me comía un par de “full normal” mientras esperaba que salieran las canillas de la panadería del Euba

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