Llegó el momento de pensar en grande

Las terribles consecuencias de haber dejado rodar a un régimen que ha logrado sojuzgar toda una isla por espacio de más de 60 años, usando para ello la manipulación, el engaño e innumerables asesinatos, tiene que llamar al despertar de la consciencia de todo un continente.

No cabe duda que La Habana es el gran epicentro desde donde surgen las calamidades que se ven luego cristalizadas en toda la región. Es en esa ciudad capital cubana donde se cocinan las grandes decisiones que se instrumentan a través del foro de Sao Paulo, que desde hace ya demasiados años financiamos los venezolanos gracias a la mayor corrupción jamás vista en la historia de la humanidad.

De allí que resulta insólito que nadie hable de la caída de aquel régimen como pre-requisito natural para reinstaurar las democracias en los países en donde predomina su nefasta influencia. Lo que sucede en el continente ha sido maquinado y promovido desde la isla caribeña. Mientras exista ese cáncer será un riesgo inmenso que sus tentáculos se extiendan cual fatídica franquicia.

Las secreciones cubanas.

Los sucesos que han colmado los primeros veinte años de este siglo son signos inequívocos de que las perversiones políticas que se han manifestado en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina, son amparadas ideológicamente desde La Habana. Son secreciones producidas en la isla desparramadas en todo el subcontinente que requieren urgentemente de un expectorante.

En el mundo existen partidos que han sido proscritos por su comprobada vocación de total irrespeto a la calidad humana. A los nazis, los fascistas no se les permite participar en la vida política de algunos países en donde han hecho estragos en la oportunidad de estar en el poder.

Pareciera haber llegado la hora de evaluar el comportamiento pérfido que han tenido los regímenes de la región que, a fuerza de desmoronar el Estado de Derecho, pretenden eternizarse en el poder.

El mundo civilizado aprecia la importancia de la alternancia en los principales cargos políticos. De esto deriva que cualquier grupo político que tan siquiera asome la intención de esquivar las limitaciones que las naciones se han dado en este respecto, deberían ser automáticamente desechados del espectro político. Nadie puede reclamar el derecho a permanecer indefinidamente en el poder.

Resultan funestas las consecuencias y han sido tan palpables en todo el globo terráqueo que a estas alturas este asunto debería formar parte de la declaración universal de los derechos humanos y estar denegada absolutamente esa posibilidad bajo cualquier circunstancia.

Por supuesto estamos hablando de naciones que se auto consideren democráticas. En ellas habría que garantizar incluso supra constitucionalmente esta condición de alternabilidad en el poder.

A mi parecer creo que es momento de parar de hacer concesiones con el castrismo y adoptar posiciones severas con respecto a Cuba. Ningún país de la región debería mantener en este momento relaciones diplomáticas con un grupo de personas que practican la delincuencia como modo de vida, abrogándose mañosamente la representación de un pueblo sometido por más de seis décadas. Es momento de aislar completamente al gobierno de la isla y unirse a planes que promuevan la democracia plena en la isla caribeña.

Se sacudió Bolivia.

Bolivia pareciera haberse sacudido al cónsul castrista que pretendía entronizarse de por vida en la cabeza del gobierno. Afortunadamente luce como que los tentáculos que extienden estos sistemas tiránicos para cooptar el poder, en este caso no llegaron a enraizarse en el altiplano.

Ahora la nación boliviana transita un delicado proceso que procura revertir el intento de quebrar las instituciones y hacer de ese país una macabra caricatura dibujada desde el laboratorio cubano.

Lo que planteo se me antoja tan elemental que hasta una persona que solo sepa la tabla del uno creo que lo entiende perfectamente. Por ello me resulta inverosímil que hayamos dejado correr por tanto tiempo el latrocinio en nuestra zona de influencia.

En otras latitudes — y longitudes — hay regímenes fundamentalistas que tienen el convencimiento de que la eternidad en el poder es indispensable, por lo que en el escenario latinoamericano debemos actuar para evitar a toda costa que se consoliden los lazos que sabemos ya existen con los criminales autóctonos.

Se debe en primer término masificar el repudio a tal régimen en las instancias de poder que se estimen democráticas. Nada de lo que provenga de Cuba debe ser valorado positivamente porque es producto de la maquila caribeña que mantiene el tinglado castrista.

La primera y única condición para voltear la mirada a la isla debe ser el cambio político que se generaría una vez sea respetada la pluralidad en aquel lugar y garantizados los derechos civiles de todos sus habitantes.

Tapar primero la fuga.

Por todo lo expuesto anteriormente es que considero que hay que ponerse los pantalones largos y tomar las acciones que promuevan de una vez por todas la erradicación de los sistemas totalitarios — o los que pretendan serlo — por la vía de la firme unión latinoamericana alrededor de este propósito. Ante una cañería rota que enlodó toda la casa, no tiene sentido limpiarla antes de resolver el bote.

Pensemos en grande concentrando el foco en la raíz del problema. El resto vendrá por añadidura.

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